Esta frase de los psicólogos Matthew A. Killingsworth y Daniel T. Gilbert, de la Universidad de Harvard, viene a ayudarnos a tomar conciencia de la importancia de controlar nuestros pensamientos antes de que “secuestren” nuestra felicidad…
La mayoría de nuestras acciones cotidianas están automatizadas (inconscientes), por suerte para nuestro cerebro que busca optimizar los recursos, pero esto tiene una contrapartida no tan beneficiosa para nosotros.
¿Cuántas veces al día no prestamos atención a lo que estamos haciendo o hacemos varias cosas a la vez sin realmente prestarle atención a ninguna de ellas?
Investigadores de la Universidad de Harvard (Killingsworth y Gilbert) realizaron un experimento con más de 15.000 personas, de más de 80 países, con niveles sociales y económicos muy diversos, para conocer los factores de nuestra vida diaria que se pudieran relacionar con la felicidad.
Sin entrar demasiado en el detalle de los resultados que obtuvieron, a grandes rasgos lo que reflejaron dichos resultados fue que el 47% de las personas estaban pensando en algo distinto a lo que estaban haciendo. Si a esto le añadimos que nuestra mente vaga o divaga más de 60.000 veces al día, con pensamientos mayoritariamente negativos, repetitivos y del pasado, podemos afirmar que una mente errante es una mente infeliz…
Ahora que sabemos que nuestros pensamientos afectan nuestra realidad y nuestro bienestar: ¿ qué podemos hacer para evitarlo?
Cada uno de nosotros somos, al fin y al cabo, observadores de nuestra propia vida. Si observamos, centrados en el momento presente, pasamos a ser testigos de lo que ocurre, estamos viendo lo que nos rodea, no nos sentimos implicados en lo que ocurre, simplemente somos testigos de la experiencia (conscientes).
Nuestros pensamientos tienen un efecto directo en todas nuestras células. La energía de nuestros pensamientos, que mandamos a nuestras células, se convertirá en nuestro estado emocional y nos expresaremos desde este estado emocional.
Con frecuencia nuestras mentes abandonan el presente para dirigirse al pasado o al futuro.
Tomemos conciencia que el pasado ya no se puede cambiar y que el futuro no existe en este momento. Lo único que nos queda es actuar en el momento presente, aquí y ahora.
Tomemos conciencia de cuales son nuestros pensamientos cotidianos. Podemos observar e indagar:
- para qué nos sirven
- a dónde nos llevan
- cómo nos hacen sentir
- cuáles son los que se repiten día tras día
- en qué nos benefician, en qué nos perjudican
- suman calidad a nuestra vida o restan
- como están condicionando el momento presente
Os invito a probar con un pensamiento recurrente que tengáis. Probad de contestar a estas preguntas y a todas las que creáis que os pueden servir. Es una forma de empezar a tomar conciencia, de observar y luego actuar.
¿Qué hacemos con este pensamiento? ¿Y con todos los demás?
¿Los dejamos pasar o nos aferramos a ellos, dejando que decidan sobre nuestra felicidad?